una piedra quema mis ojos
este saberte lejos como la nada
parte mi destino en un horizonte de labios que se ignoran
en una herida de continente que desconoce su costado

piedra
incendio de pupilas
los pájaros de agua pueblan la madrugada
y me atrapan junto al vaso y la botella vacía
sin vino ni albaca ni laurel

casi extrañando
casi mintiendo
casi siendo fotografía sepia
cuajado como un peregrino onírico
tras tu olor de hembra
tu piel
tras tus ojos

serán los habitantes de las tumbas
recuerdos apolillados
los que me recorren con pancartas con tu nombre de extensa arena
los manifestantes que cortan mis rutas de olvido
los que plantan la carpa negra para purgar la noche
llena de vacío y muerte
frente al pabellón de mi corazón herido
o es la metralla del destino que sin pudor alguno me resiste?

oh!
ese andar de ciego
con oxígeno en mis pulmones
lúcido
atrevido
con las venas en sangre
con este hacer y deshacer alunado y oceánico
de clavar palabra a palabra en un cuaderno
mi vicio de amar
para contarte en una poesía
para gritar también que no hay olvido
y al fin callar el retumbar
el eco de mis huesos

y darme cuenta del silencio y la soledad