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- - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - 2005-11-30 | [Acest text ar trebui citit în espanol] |
Más de una vez le pidió que se callara y ella como era asÃ, mujer, siguió hablando.
Hablaba y hablaba, no podÃa callar, hasta que él se cansó y le disparó. Desde entonces, dicen, que se llevan mejor. Él con su revolver en la cintura y ella con un orificio en la oreja izquierda como recordatorio. El tiempo pasó y ella calló definitivamente. Él ocupa el lugar de las palabras de los dos. Comenzó a hablar y hablar, pero un dÃa ella con la mirada le pidió, le suplicó que se callara, pero él seguÃa y seguÃa hablando. Ella se canso y con un movimiento certero, le abrió la garganta con la cuchilla de la cocina, él se calló. Dicen, que desde entonces los dos lucen sus trofeos de silencios, son felices, se han dicho todo. En el barrio cuando los ven pasar de la mano, los vecinos los saludan con leves movimientos de manos. Da cierto temor
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