Jilguero que hería los corazones
encendiendo una llama en el sentimiento,
su voz motivaba al enamorado
éste corría para regalarle el corazón a su amada
y en su afán olvidaba las espinas de aquella rosa.

Jamás una voz tan sentida fue escuchada por el acordeón
avasallaba con fuerza de ditirambo,
Rafa es a la música vallenata
lo que Rafael Sanzio es al Renacimiento
y bien podría semejar un ángel cantando con el laúd
de los muchos que pintaba el joven de Urbino;
un cantor como él nace una vez cada mil años
con Israel Romero hizo un dúo perfecto
y alegraron al mundo con el Binomio de Oro
dejando una huella imborrable.

Cuando apenas florecían diez años en mi vida
me enamoré de una veinteañera trigueña,
mientras escuchaba la canción "Trigueñita"
luego cuando doblé la esquina y aparecieron los dieciséis
la adolescencia encendía mis venas con "Mañana sale el sol"
puedo jurar que allí brotaron los efluvios poéticos que impulsan mis pasos
y mi añoranza todavía sigue a ese mozalbete.

El ritmo vallenato es un profesor de esperanza
que ahuyenta al nihilismo,
y Rafa le brindaba su canto de ruiseñor herido
avivando los corazones para sonreír sin farsa;
murió como Alejandro Magno en plena juventud
y cuando aún le faltaban territorios a su conquista
dejando a los jóvenes como recuerdo hálitos de juventud perpetua.

Jorge Ángel Luna Rosado
Colombia