Las musas no consolaron al poeta
para resistir los rigores del titánico frente
éste busca refugio en la cafeína;
agazapado deja pasar por encima la ráfaga pesarosa
y comienza a reír ante las imágenes aparecidas:
una galería de recuerdos viriles.

No puede atrapar al sombrero volador
que cruza más allá del crepúsculo hacia el palacio
su cinta áurea dice adiós sacudiendo las plumas
encuentra la réplica en una seta roja;
pero en su cabeza luce el sombrero de peyote.

Sueña con arrancarle encarnado brazal al tirano;
y así liberar a la humanidad de las pesadillas.

Uncido a una liga formada por el pintor
y el artista del cincel,
busca la emancipación lejos de las musas
ellas coquetean como putas y desconfía del hálito.

Montones de esplín hijos del Támesis
se arremolinan en la neblina de la frente,
y no hay espacio para una aureola.

Todavía no le arranca el brazal a la soledad
y la gesta apenas perfila su lúdica,
exhalando axiomas que lucen aristas.

Versos bordados en punto de cruz
van destellando bajo la luna,
incruenta búsqueda libre de rémora
adiós a las musas...amo la libertad;
y cabalgo intrépido buscando mi alazán.