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Seducciones
prose [ ]

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by [Espartako ]

2006-01-26  | [This text should be read in espanol]    | 



Desde el momento en que Noelia, se hab铆a propuesto realizar como tesis doctoral, aquel trabajo de investigaci贸n sobre la renta diferencial del suelo, en el modo de producci贸n feudal, quiso hacerlo de la manera m谩s exhaustiva posible, y es por esto, que comenz贸 por revisar peri贸dicamente los archivos medievales de la biblioteca de la universidad. Del material que fue hallando, le interes贸 sobremanera, la peculiar distribuci贸n de la tierra en los sembrad铆os aleda帽os al castillo del Duque de Bluesting, y a partir de esos materiales comenz贸 el desarrollo, de una importante l铆nea de b煤squeda, que de alguna forma fue eclipsada, o tal vez desviada por el hallazgo de aquel documento con forma de cuadernillo, elaborado en el siglo XIII.

Si hubo algo particular que la haya detenido en aquel escrito, fue principalmente la figura de un enigm谩tico muchacho, retratada en 茅l. Esas facciones, esos gestos congelados en la imagen, lograron impactarla sumamente, deteni茅ndose melosamente a contemplar a ese hombre, y seguramente que su imaginaci贸n vol贸 bastante lejos, ante algo que le resultaba de extremada atracci贸n. Luego de degustar por largo rato aquella estampa, ley贸 que Ignacio Cox, hab铆a sido un siervo de la gleba, ajusticiado por la guardia del Duque, por haber seducido a su noble esposa, la Duquesa Juliana. Este relato la conmovi贸, mucho m谩s a煤n, pero el cansancio produjo que siendo las seis de la tarde, pegue la vuelta hacia su casa. Saliendo por la inmensa puerta giratoria de la biblioteca, tom贸 la vereda, para luego de caminar media cuadra, descender hacia la estaci贸n del subte, que la dejar铆a a pocas cuadras de su domicilio.

Al ingresar, la c谩lida temperatura ambiente, hizo que ella se quitara la vestimenta, sintiendo que la imagen que tanto le hab铆a impactado, siguiera tan presente en la deriva de sus pensamientos. Encendi贸 la ducha, y se dio un ba帽o r谩pido. Luego de secarse, pero con el cuerpo a煤n h煤medo, la 煤nica prenda que se coloc贸, fue un albornoz de tela de toalla color rosa pastel, con lunares blancos. Apoy贸 sus caderas en su sill贸n preferido, y casi sin darse cuenta se qued贸 totalmente dormida. Pasadas algunas horas de ello, Noelia despert贸 s煤bitamente, con las yemas de sus dedos en la vagina, y su piel humectada en transpiraci贸n, sorprendi茅ndose tremendamente, y tambi茅n lament谩ndose bastante, que solamente haya sido un sue帽o.

Entonces fue que observ贸 al reloj de pared, se帽al谩ndole este, que faltaba a煤n, un cuarto de hora para que fuera la medianoche. Se dirigi贸 al ba帽o, se sent贸 en el bidet, luego se lav贸 la cara, y observ谩ndose algo extra帽ada, en el ovalado espejo del tocador, se acomod贸 un poco sus cabellos casta帽os, para luego vestirse r谩pidamente, tomar su billetera y llamar a un taxi. Sali贸 de su casa cuando son贸 el timbre, y subi茅ndose al autom贸vil, le indic贸 al conductor, el sitio hacia donde deb铆a acercarla. Luego de casi una hora de viaje, el coche estacion贸 en un lugar, ya algo descampado, y Noelia descendi贸 de 茅l. Entonces camin贸 algunas cuadras, para ingresar al viejo cementerio. De hecho, no le pareci贸 prudente indicarle al chofer, que la lleve hasta ese sitio, en tan inadecuadas horas para hacerlo, y es por esto que le hab铆a se帽alado un lugar pr贸ximo y no el exacto.

Camin贸 por un sendero de grava, circunscrito entre aquel crecido c茅sped, donde se alineaban las tumbas y los panteones, hasta que se top贸 con una l谩pida donde se pod铆an leer las iniciales: I. C., y esas letras construidas en bronce, la estremecieron de tal forma que ya no sab铆a m谩s que hacer, y principalmente a esas horas, y en tan l煤gubre lugar, cuando sinti贸 que dos apasionados brazos la tomaban, y que su cuerpo se adher铆a gratamente al del hombre que la abrazaba, bes谩ndose ambos profundamente, y as铆, perdiendo el control emocional, se entreg贸 al sexo m谩s descontrolado, en una ya erotizante y asombrosa penumbra de luna nueva. Su partenaire entonces algo le susurr贸 al o铆do, pero ella, no alcanz贸 muy bien a entender, que cosas 茅l le estaba diciendo, mientras alcanzaba varios orgasmos, y se desplomaba contra la hierba. Cuando levant贸 la vista para identificar el rostro de su amante, una sombra escurridiza se esfum贸 s煤bitamente, perdi茅ndose en aquella tumba.

Noelia se puso de pie y camin贸 hacia el exterior del cementerio, cuando de golpe despert贸 de tan voluptuosa quimera on铆rica, con sus manos en la humedecida vagina y con el rostro demasiado acalorado.


Al otro d铆a al volver a los archivos, para continuar con su investigaci贸n, Noelia no pudo resistirse a concentrar toda su atenci贸n, en la historia de Ignacio Cox. All铆, encontr贸 que la Duquesa Juliana, quien por lo dem谩s, pudo saber Noelia, fue extremadamente bella y seductora, le hab铆a requerido a su marido, el Duque Jon谩s de Bluesting, que la satisfaga obsequi谩ndole un anillo, con un formato muy especial, que era un dise帽o que a ella misma se le hab铆a ocurrido, a partir del recuerdo siempre presente de una f谩bula que su abuela le relataba cuando ni帽a.

Supon铆a la Duquesa, que poseer una joya de esas caracter铆sticas, la iba a proteger de ciertos malestares, que la ven铆an aquejando desde hace alg煤n tiempo, casi como otorg谩ndole a la figura, que ten铆a en la cabeza un poder m谩gico, aunque a esta intenci贸n cabal铆stica la mantuvo en el m谩s estricto y riguroso secreto.

Entre los siervos del Ducado, no hab铆a ning煤n artesano, con la capacidad para realizar semejante obra, algo por lo dem谩s bastante sofisticada, y es por esta misma raz贸n, que el duque le mand贸 a pedir a su primo, el Conde Felipe de Cardigan, que le env铆e a alguien, con la probidad suficiente en esa materia. Es de esta forma, como Ignacio Cox apareci贸 en el Ducado, y tambi茅n en la vida de Juliana.

Se le concedi贸 al llegar, un cuarto en el alc谩zar, no solamente como hospedaje, sino a su vez como sitio para ponerse a trabajar, en el encargue realizado, manifest谩ndole el Duque, que sea muy riguroso con el modelo encomendado, ya que era un dise帽o exclusivo de su mujer, y que no iba a tolerar ni 茅l, ni ella, una pieza distinta.

Cuando Ignacio vio el gr谩fico donde se estampaba el dise帽o, se sorprendi贸 bastante, debido a que nunca hubiese imaginado una figura por el estilo. En el papel se ve铆a representada una extra帽a mariposa, con alas extremadamente inusuales, pero con formas que impactaban tremendamente, a cualquiera que las viera. Al observar dicha figura sinti贸 irresistibles ganas de conocer personalmente, a quien la hab铆a imaginado, pero sabiendo que esa posibilidad, le estaba totalmente vedada, o era totalmente remota, se puso entonces a trabajar, en la construcci贸n de la pieza, sin dejar de pensar, en quien la llevar铆a en su mano. Como el dise帽o era bastante complejo, y abstracto se le ocurri贸 entonces no hacerlo, de manera id茅ntica, sino con algunos detalles modificados, de los cuales, solamente pudiera percatarse la dama en cuesti贸n.

Luego de un par de semanas, de ardua y meticulosa labor, el artesano termin贸 la joya y anunci贸 esto al Duque, para que sepa, que el encargue ya estaba a su disposici贸n, mientras 茅ste, le orden贸 a Ignacio, que se quede unos d铆as m谩s, por si hab铆a que hacer alguna correcci贸n, o ultimar detalles.

Jon谩s de Bluesting, con un bonito cofrecillo en sus manos, se dirigi贸 entonces hacia su esposa, para obsequiarle lo que ya era para 茅l, comenzaba a dejar de ser, una deuda pendiente. Juliana quito la joya del envase y se la entreg贸 a su esposo para que suavemente 茅l, se la coloque en su dedo angular izquierdo extendido hacia delante. La Duquesa no disimulaba la gran emoci贸n, que le causaba portar ese anillo con la forma que ella misma hab铆a diagramado, hasta que luego de observarlo mucho m谩s detenidamente descubri贸 algunos detalles, que ella sab铆a no haber proyectado, pero a esto no lo hizo expl铆cito, sino que lo call贸 deliberadamente.

Hab铆a algo en esas marcas diferenciales que le produjeron cierta sensaci贸n placentera y a la vez cierto enigma. Se pregunt贸 a si misma el porqu茅 de la imprudencia de quien lo hab铆a hecho, y a la vez supuso que en esa acci贸n deb铆a haber alg煤n mensaje misterioso, que no alcanzaba a descifrar. Ya no quedaban dudas de que el efecto que Ignacio hab铆a previsto, se estaba cumpliendo mucho m谩s que satisfactoriamente, ya que la Duquesa no paraba un instante de pensar en quien hab铆a construido el anillo y as铆 como la intenci贸n por la cual le hab铆a pedido ese obsequio a su esposo se hab铆a convertido en un secreto, esto nuevo que le estaba sucediendo lo era m谩s a煤n. Una pregunta le daba vueltas en su cabeza, y era, que habr铆a querido decir con esto, ese atrevido artesano, y por otro lado si la presencia de esos detalles, en realidad no implicaba, que 茅l hubiera descubierto su secreto.

Entonces, Juliana le pidi贸 a su esposo querer agradecerle personalmente al siervo, por la confecci贸n del anillo, ya que el trabajo realizado, le hab铆a parecido maravilloso. El Duque accedi贸 a ello inmediatamente y convoc贸 a Ignacio a su recinto. Cuando estuvieron frente a frente, se produjo entre ellos, un intercambio de miradas que el mismo Bluesting, pudo percatar pero que inmediatamente obvi贸, pensando que solamente se trataba de su acalorada imaginaci贸n, sin sentido concreto alguno. Luego, el Duque, le manifest贸 su agradecimiento a Cox, y a su vez le indic贸 que pod铆a partir en el pr贸ximo amanecer.

Antes que saliera el sol, pero con mucho canto de gallos ya, Ignacio se lleg贸 hasta la caballeriza, donde una mujer lo estaba esperando. Ella vestida de plebeya para no ser reconocida le pidi贸 a Ignacio que no se vaya sin llevarla, y 茅l sin dudarlo un instante parti贸 con ella r谩pidamente antes que amanezca en un solo caballo y a todo galope. Siendo la media ma帽ana y cruzando un frondoso bosque, pararon a descansar y fue all铆 donde no pudiendo contener m谩s la atracci贸n que se hab铆a generado entre ellos, y se besaron y entrelazaron de forma sumamente apasionada. En el momento en que estaban a punto de quitarse la ropa, irrumpieron en ese lugar el Duque y su guardia tomando prisionero al siervo, mientras la Duquesa le manifestaba a su esposo el infinito agradecimiento por llegarse a socorrerla de ese maldito malhechor, que la hab铆a raptado del palacio.

Al leer esta historia Noelia se indign贸 de gran forma y no pod铆a entender la actitud de Juliana, que le pareci贸 demasiado hip贸crita y canalla, ya que ella en su lugar hubiera tomado una actitud muy diferente, decididamente se hubiera jugado por Ignacio. Luego de imaginar y realizar varias suposiciones al respecto, prosigui贸 indagando en el archivo, y encontr贸 escrito, para su sorpresa que la Duquesa nunca m谩s, ya pudo llegar a tener orgasmos, y que a su vez mantener relaciones con el Duque se le hab铆a vuelto, cada vez m谩s torturante, pero que a pesar de ello nunca m谩s se quit贸 el anillo de su dedo angular izquierdo.
Continuando con su ardua investigaci贸n, pero manteniendo un gran enfado para con Juliana, Noelia se encontr贸 con otro manuscrito, que lleg贸 a impactarle sumamente, y que a su vez pudo saber, que hab铆a sido escrito por un monje excomulgado:

鈥淎lejada de la aldea, all谩 en el espeso bosque, y en una peque帽a choza viv铆a ella refugiada de todos, desde hac铆a varios a帽os. D茅bora ten铆a veinticinco a帽os, y era muy bonita a pesar del descuido est茅tico propio a su condici贸n de soledad. All铆 practicaba rituales m谩gicos, com铆a lagartijas y tomaba raras infusiones de hierbas, que juntaba del suelo del bosque.

Hac铆a ya un tiempo, cuando era a煤n adolescente, contrajo matrimonio con un joven de nombre Ignacio Cox, que fuera asesinado por la guardia del Duque. En ese momento, ella llevaba siete meses de embarazo, y luego cuando naci贸 su beb茅, se vino para este sitio intentando quiz谩s protegerlo de las ruinas humanas.

Para su desdicha, una noche de invierno, un lobo asesin贸 a su beb茅, y luego se lo devor贸, tras haber entrado saltando por una ventana a la que abri贸 de un topetazo. Su dicha, se redujo hasta extremos impensables.

En esos tiempos, en la aldea pr贸xima a la choza habitaba un joven bastante extraviado en cuanto al orden de sus pensamientos, que una vez confes贸 que en las noches de luna llena se transformaba en lobo, y sal铆a a buscar carne humana para alimentarse. Los monjes de la abad铆a que se acercaron a 茅l tras esa confesi贸n, cre铆an que el demonio lo pose铆a en sus ideas, pero nunca le dieron demasiada importancia, ya que nunca se pudo constatar nada en torno a ello. Creyeron que solamente se trataba de su acalorada imaginaci贸n.

D茅bora en su peque帽o universo, parec铆a no necesitar a nadie, en tanto de humanos se tratase, ya que conversaba con los ratones y cantaba junto a los p谩jaros del bosque. Pero m谩s que nada, se entreten铆a casi todo el tiempo ejercitando poderes extra humanos. Intentaba hipnotizar a las moscas, a las ara帽as y a los murci茅lagos, para luego hervirlos en una olla haciendo con ellos un caldo que mezclaba con hierbas arom谩ticas. Pretend铆a, bebiendo esos l铆quidos volverse invisible o volar sobre una escoba.

Una ma帽ana tras beber uno de esos caldos m谩gicos empez贸 a sentir que su cuerpo se transformaba, que de su piel emerg铆an infinidad de pelos, y que de su paladar brotaban muy afilados colmillos. En pocos instantes, se transform贸 en una loba, pero una loba en celo, con ardientes deseos sexuales, quiz谩s intensificados de forma extrema, por los a帽os que como mujer los hab铆a dejados de sentir, o tal vez reprimir.

Entonces sali贸 ella corriendo hacia el bosque en b煤squeda de saciar ese instinto, que le electrificaba toda su carne. All铆 detr谩s de unos robles, encontr贸 a un lobo con quien copularon ardientemente qued谩ndose pegados varios minutos, tras haber llegado al orgasmo.

Por la tarde ya casi anocheciendo, volvi贸 para su choza pero no pudo llegar hasta ella ya que un grupo de fan谩ticos fundamentalistas, la estaban incendiando. Uno de ellos dec铆a a voz fuerte, que la cacer铆a de brujas deb铆a continuar, ya que luego de haber sido 茅l exorcizado, iba a continuar luchando contra Sat谩n hasta su 煤ltimo d铆a de vida.

D茅bora en tanto, nunca m谩s recobr贸 su cuerpo de mujer, sigui贸 siendo una loba, y tras unos meses naci贸 de su vientre un peque帽o lobezno.鈥

Noelia no sab铆a cuanto de ver铆dico pod铆a haber en este manuscrito pero lo cierto es que adem谩s de impresionarse bastante volvi贸 a encontrar en 茅l, el nombre de Cox, que s煤bitamente, le hab铆a producido un viraje a su investigaci贸n inicial, desde que lo descubri贸 en el retrato de aquel cuadernillo medieval.

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Desde la cima de la colina vieron al viejo castillo, que estaba ubicado ah铆 abajo entre medio de los cipreses. Entonces, bajaron hasta llegar a la puerta del edificio que ellos sab铆an abandonado desde hac铆a muchos a帽os. Siendo la media ma帽ana dinamitaron el candado y lograron entrar.

El adentro estaba bastante prolijo a pesar de tantos a帽os de soledad. Se tomaron entonces, la tarea de inspeccionar los cuartos, revisando armarios, deteni茅ndose a observar las pinturas colgadas en las paredes, y pareciendo querer encontrarse, con vaya saber qu茅. Estar situados en un lugar solamente conocido hasta el momento por fotograf铆as, relatos literarios o cinematogr谩ficos, es probable que les haya generado esa curiosidad ansiosa.

Las mujeres del grupo se dedicaron a elegir y acondicionar las piezas destinadas a pernoctar, d谩ndose el tiempo como para que no les caiga la noche encima. El resto se dedic贸 a revisar las conexiones el茅ctricas, de agua y de gas, constatando que todo estaba en estado 贸ptimo. Solamente era necesario acoplar las redes del castillo al suministro general, y como buenos ocupantes que eran, sab铆an realizar enlaces ilegales a la perfecci贸n. Mientras se hac铆an todos estos trabajos, un peque帽o grupo se acerc贸 a la villa ubicada a cuatro kil贸metros de ah铆, para realizar la compra de comestibles, tabaco y otros varios, necesarios para la estancia en el castillo.

Una vez llegada la noche, se reunieron a cenar en la sala m谩s grande del alc谩zar, lugar donde hab铆a una gran mesa de madera de roble, con forma que lidiaba entre lo circular y lo octogonal, haciendo un caluroso brindis para celebrar la meta alcanzada. Tras comer, se dirigieron a realizar la sobremesa sent谩ndose en el piso de alfombra, haciendo rueda de mate, y balancear lo actuado hasta entonces. Tras evaluar positivamente, a pesar de algunos saldos autocr铆ticos, uno de ellos desenfund贸 la guitarra y se pusieron a cantar temas de Silvio y de Le贸n Gieco, hasta que el sue帽o hac铆a que de a poco, vayan quedando cada vez menos. Al final el 煤nico que qued贸 despierto fue Ivo, l铆der indiscutido del grupo, debido tal vez a que por ser el m谩s grande de edad, ten铆a una gran experiencia acumulada, habiendo sido parte en los 70, de una organizaci贸n revolucionaria. Adem谩s de no tener en ese momento, ninguna mujer que lo obligue a acostarse, ten铆a la man铆a casi obsesiva de repensar todo lo discutido en los balances, intentando a partir de ah铆, proyectar nuevas perspectivas.


Camin贸 entonces por lo laber铆ntico de los pasillos, hasta llegar a una parte a煤n no inspeccionada, cuando de pronto, se top贸 con un cuarto desde donde se fugaba una luz encendida, y sin vacilar entr贸 all铆. Su sorpresa fue muy grande, cuando un par de hermosos ojos verdes se clavaron sobre 茅l. Una muchacha extremadamente bella, sentada ah铆, sonri茅ndole dulcemente le pregunt贸 de donde hab铆a salido 茅l, mientras que Ivo obviando la interrogaci贸n le manifest贸 que para 茅l, era una gran sorpresa encontrarse con alguien en aquel lugar. Ella se par贸 de su asiento de manera muy sensual, e Ivo dej谩ndose llevar por un fuerte impulso, la tom贸 entre sus brazos y la bes贸. Ella lejos de ofrecer alguna resistencia se acopl贸 inmediatamente a la iniciativa de 茅l, mostr谩ndose muy a gusto. As铆 fue que tras ese despertar de pasi贸n, se arrojaran a la cama e hicieran el amor de una manera tan desinhibida, que pareciera que entre ellos ya se conocieran de mucho antes. Una vez concluido el acto sexual, ella le pidi贸 que lo espere un momento, y 茅l se qued贸 totalmente dormido. Cuando por la ma帽ana Ivo despert贸, ella no estaba ah铆 y fue entonces cuando le apareci贸 una tremenda duda, el no saber muy bien, s铆 lo que hab铆a ocurrido no hab铆a sido m谩s que un sue帽o, aunque las facciones de la joven le quedaron muy presentes en su memoria.

Durante toda la ma帽ana, se encontr贸 muy ensimismado con sus pensamientos y sus incertidumbres, haciendo que esto lo deje algo excluido de las tareas del grupo. Entonces, decidi贸 ir a la villa, a realizar las compras para el d铆a. Cuando comenz贸 a recorrer los comercios se detuvo ante la vidriera de una casa de fotograf铆a, y para su sorpresa, entre las fotos en exposici贸n reconoci贸 la imagen de la bella mujer, que la noche anterior hab铆a estado con 茅l. Sin pensarlo demasiado, Ivo se dirigi贸 hacia el interior del local, y le pregunt贸 al fot贸grafo s铆 sab铆a quien era aquella del retrato. La respuesta fue la siguiente:

-Si Se帽or, Anabella fue la hija del Conde propietario del castillo, que cuando su padre decidi贸 volver a Europa, ella tom贸 la decisi贸n de suicidarse, porque se encontraba enamorada de estas tierras, y no quiso abandonarlas jam谩s. Algunos pobladores, a煤n dicen que a pesar de los aproximadamente treinta a帽os de su deceso, ella se le aparece a algunos hombres que se acercan a estas tierras, cuando su alma intuye 铆ntimas afinidades, pero sepa Usted, que esto no es m谩s que un mito de la regi贸n鈥

A mediados del siglo pasado, reci茅n enviudado y cansado de la vida que se daba la nobleza europea, el Conde Jansen de Princeton, decidi贸 emigrar hacia el continente americano trayendo junto a s铆 a su peque帽a y 煤nica hija. Jansen se resist铆a al hecho de que los miembros de toda su dinast铆a, formaran parte del Jet Set y que vayan tirando por la borda, todos los h谩bitos culturales propios a lo que para 茅l fueron los tiempos dorados del medioevo, cosa que para 茅l la nobleza no deb铆a abandonar jam谩s. A pesar del siglo en el que le toc贸 vivir, 茅l se sent铆a casi como un cruzado que consideraba que las guerras santas deb铆an desplegarse en muchas m谩s territorialidades que lo b茅lico mismo, y que por otro lado, a煤n manten铆an una vigencia extrema. Adem谩s de haber sido un gran cultor de las artes militares, el Conde era un ferviente admirador de la creaci贸n est茅tica privilegiando en primer lugar al arte g贸tico. Si bien era un cristiano ac茅rrimo, tambi茅n entraban dentro de sus intereses, ciertos rituales m谩gicos que rayaban con lo supersticioso. El consideraba que a partir de ser adoptado por la burgues铆a, el cristianismo fue vaciado de todos esos ingredientes, en tanto estos ya hab铆an dejado de coincidir con la ciencia oficial y positiva. Llegado a estas tierras, Jansen hizo construir un imponente castillo feudal enclavado entre medio de unos cerros, que iban elev谩ndose sobre la pampa h煤meda, haci茅ndose a su vez, propietario de una gran cantidad de hect谩reas de tierra, para vivir de la renta de ellas.

Cuando se afincaron en este lugar, Anabella ten铆a apenas cinco a帽os y su padre pensaba que si hubiese sido criada en Europa, rodeada de la realeza, iba a terminar siendo una top model o la esposa de alg煤n tenista, y ese pensamiento lo irritaba mucho m谩s a煤n, ya que a su vez, este tampoco hab铆a sido el deseo de la madre de la ni帽a. La peque帽a en la medida que crec铆a, se tornaba cada vez m谩s parecida a su antepasado familiar, la duquesa Juliana del siglo XIII, de la cual la familia conservaba un retrato hecho al 贸leo, por un pintor de aquella 茅poca. La ni帽a fue creciendo y cultiv谩ndose en diferentes artes: la poes铆a, la m煤sica y tambi茅n la escultura, siempre intentando aprehender lo mejor de las tradiciones familiares, de las cuales se convirti贸 en una fervorosa investigadora. Cuando descubri贸 el tremendo parecido con su antepasado Juliana, ella se interes贸 mucho por su historia, llegando a descubrir algunos ribetes de aquella, con los que no coincid铆a para nada, por ejemplo al descubrir la historia de la duquesa con Ignacio Cox, le pareci贸 que lo m谩s adecuado hubiese sido seguir el camino que le dictaban sus deseos, y no solamente haberse ocupado de los privilegios que le daba su condici贸n social. Esta historia la llev贸 a tener una sensibilidad muy especial para con los humildes, y es por esto que cuando lleg贸 a impresionarle de gran forma, todo lo relacionado con las artes del combate y la guerra, muy presentes en su pasado familiar, lleg贸 a la conclusi贸n de que las armas solamente deb铆an empu帽arse, a partir de una causa justa y sublime, de algo que beneficie 茅ticamente a la humanidad, y que a su vez sea portador de un alto contenido est茅tico, lamentando mucho el hecho de que las artes militares hayan sido solamente un privilegio masculino, ya que ella misma se sent铆a virtualmente como una gran guerrera. Todas estas ideas la llevaron tambi茅n a rastrear las historias de Juana de Arco, Robin Hood y Guillermo Tell, relatos que llegaron a fascinarla de gran forma. Todas estas circunstancias sumadas al deseo paterno, de no ser una fr铆vola y superficial muchacha, hicieron que construyera para s铆 un ideal de hombre a alcanzar de muy definidas caracter铆sticas, pero teniendo muy en claro que m谩s que ser un simple mortal, se trataba de una idea de hombre, que pod铆a llegar a ser encarnada en mucho m谩s que uno solo. Estas ideas siempre iban emparentadas con la historia de Juliana, casi intentando no equivocarse como aquella, y corregir los errores de este antepasado del siglo XIII, de quien si admiraba su inclinaci贸n est茅tica expresada en el anillo que ella misma hab铆a dise帽ado.

Cuando Anabella comenz贸 sus estudios universitarios en Bellas Artes conoci贸 a dos muchachos que le provocaron suma atracci贸n, y alternativamente tuvo un romance con cada uno de ellos, sin desprenderse del otro. Sent铆a como que ellos encajaban en el modelo de hombre que ella ten铆a en su cabeza, y es por esto que no se priv贸 de mantener relaci贸n con ambos, sintiendo que los dos le hac铆an muy bien. Con cada uno de ellos ten铆a la impresi贸n de estar con ese ideal que ella fue construyendo desde su temprana adolescencia. Anabella estaba convencida de que ninguno de ellos siquiera sospechaba de esa relaci贸n ambigua, ya que en la Universidad, ellos no cursaban en el mismo horario. Ella pensaba que ni siquiera se conoc铆an pero para su sorpresa un d铆a llegaron los dos juntos a la cita estipulada para uno de ellos. Fue ah铆 donde le hicieron saber que los dos eran parte de un mismo grupo revolucionario, que practicaba la guerra de guerrillas con el objetivo de emancipar a la humanidad de la esclavitud y la opresi贸n en la que estaban sumidas las grandes mayor铆as. Le comentaron tambi茅n que entre ellos eran muy amigos y que hablando un d铆a de sus cosas, descubrieron el hecho de que estaban compartiendo a la misma mujer, de la cual los dos estaban extremadamente fascinados, y que si bien no era el hecho de compartirla, algo que les resultara totalmente satisfactorio, sent铆an que era terriblemente dif铆cil para ambos desprenderse de ella, y es por eso que decidieron mantener la relaci贸n a pesar de todo, ya que subjetivamente se sent铆an muy correspondidos. Cuando Anabella escuch贸 el relato se impresion贸 bastante y se sinti贸 muy atra铆da por conocer mucho mas acerca del grupo del que formaban parte. Entonces, ellos le hablaron de los objetivos sin darle mucha informaci贸n acerca del funcionamiento interno del mismo, pero aclarando que en 茅l, hab铆a mujeres que cumpl铆an las mismas funciones que los hombres. Escuchando esto, Anabella qued贸 totalmente impresionada, y les pidi贸 ser parte de la organizaci贸n. En el lapso de unos meses ella ya era parte del engranaje del grupo, destac谩ndose por sus agudas observaciones y sus descollantes proposiciones. Su padre nunca se enter贸 de todo esto, sino luego de varios a帽os cuando su hija siendo parte de un suntuoso operativo guerrillero fue asesinada por las balas del ej茅rcito.

El Conde Jansen de Princeton no pudiendo tolerar esta muerte, decidi贸 abandonar el castillo para partir de regreso a Europa, dejando parte de sus riquezas al gobierno militar, para que silenciaran la muerte de su hija, haciendo pasar este hecho como el resultado de un suicidio, ya que la historia verdadera, cre铆a el Conde: que lo compromet铆a de forma excesiva ante la nobleza europea. De todas formas, Jansen lleg贸 a ver que la vida de su hija fue extremadamente mucho m谩s digna, que la de la mayor铆a de sus sobrinas, que en Europa haciendo modelaje, mostraban la ropa de Gianni Versace o contra铆an matrimonio con alg煤n empresario exitoso del espect谩culo, o con el 煤ltimo ganador de Wimbledon o Forest Hill.

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Noelia a pesar de sus treinta y cuatro a帽os manten铆a una estampa muy juvenil y resultaba muy atractiva a los ojos de los hombres, pero a pesar de ello, tras ya unos cuantos a帽os de divorciada, nunca le hab铆a impactado un hombre tanto como Cox, que para su desgracia era alguien de otros tiempos. Es por esta raz贸n que m谩s que ocuparse en conocer a alguien real, se puso devotamente a investigar esta historia del siglo XIII. Ya hab铆a revisado casi todos los archivos y por lo que pudo constatar deb铆an existir muchos m谩s que los que ella hab铆a inspeccionado. Es as铆 como se decidi贸 a visitar a varios miembros de la nobleza, para encontrar nuevos datos. De esta forma es como un d铆a se lleg贸 hasta el Conde Jansen de Princeton, que la recibi贸 muy gustoso en tanto investigadora de cosas que para 茅l ten铆an indiscutido valor. El Conde supo contestarle que 茅l sab铆a de los materiales que a ella le faltaban, pero que el no pod铆a facilit谩rselos en ese momento, ya que ellos hab铆an quedado en el castillo que 茅l hab铆a abandonado hace treinta a帽os atr谩s, y que estaba situado en el cono sur americano, incluidos muchos retratos de sus antepasados familiares. De todas formas considerando la digna tarea de Noelia al respecto, el pod铆a facilitarle un manojo de llaves del castillo y un plano de su ubicaci贸n, y de c贸mo llegar hasta 茅l desde Buenos Aires, si ella estaba dispuesta a viajar hasta la Argentina. Noelia sin pensarlo demasiado, a los tres d铆as estaba sobrevolando el Atl谩ntico con destino austral.

Tras escuchar el relato del fot贸grafo acerca de Anabella, Ivo se sinti贸 tremendamente desconcertado y con algunos destellos de angustia. Baj贸 la vista y se retir贸 del comercio, depositando al salir nuevamente, la vista sobre la foto que estaba en la vidriera, casi como intentando captar todos los detalles de esa imagen, para que no se pierdan de sus pensamientos. Entonces, volvi贸 caminando hacia el castillo llevando muy presente el rostro de Anabella, y sin saber porqu茅 le vino a la memoria una joven con la cual hac铆a m谩s de treinta a帽os atr谩s, hab铆a estado hablando en una asamblea estudiantil, cuando 茅l era un joven militante insurreccionalita, y de la cual siempre hab铆a mantenido un muy grato recuerdo. Hab铆a sido para 茅l uno se esos momentos en que uno siente un flechazo, y deja pasar sin saber por qu茅 la situaci贸n, quedando una espina clavada de por vida. De pronto se dio cuenta que no pod铆a diferenciar a una de la otra, casi como que la imagen de Anabella se hubiera apoderado de aquella joven de la asamblea, pero conociendo algunos mecanismos del funcionamiento ps铆quico, crey贸 entender, que se hab铆a producido una condensaci贸n de im谩genes, con el predominio de una de ellas, produci茅ndose simult谩neamente el eclipsamiento de la otra. De todas formas no descartaba la posibilidad de que esa imagen del pasado, pudiera volver a su conciencia diferenci谩ndose de la que en ese momento se mostraba como 煤nica. Imbuido del recuerdo de la noche anterior y por momentos tambi茅n de aquel hecho de hace unas tres d茅cadas, Ivo estaba llegando al castillo cuando se encontr贸 que una mujer sumamente atractiva bajaba de un taxi, y poniendo los pies sobre la calle se paraba a contemplar lo imponente de la edificaci贸n.


Noelia contemplaba el castillo del Conde de Princeton asombr谩ndose por los detalles de una construcci贸n de tipo feudal, realizada en el mismo siglo de su nacimiento, y a su vez por la textura tan inusual de algo de ese estilo, en una tierra no caracterizada por este tipo de edificaciones, cuando vio que alguien se le estaba acercando. Ivo al ver a Noelia se sorprendi贸 bastante por una presencia inesperada en el lugar, y casi como intentando preguntarle de quien se trataba, se acerc贸 salud谩ndola amigablemente. Ella, le devolvi贸 el saludo y aprovech贸 la situaci贸n para realizar algunas preguntas, obteniendo la respuesta de que efectivamente se trataba del castillo que ella estaba buscando, pero que en este momento estaba habitado, sin recibir demasiada explicaci贸n al respecto. Noelia entonces le explic贸 la raz贸n de su visita, y 茅l le expres贸 que si se trataba de esa tarea, no iba a tener ning煤n problema al menos para 茅l, en ser hospedada en el lugar para llevarla adelante, manifest谩ndole que pod铆a contar con su ayuda en lo que necesitase. Daba la plena sensaci贸n que tanto para uno como par el otro, se hab铆an ca铆do muy bien. Entonces, Ivo la invit贸 a pasar y la present贸 ante el resto de los ocupantes, para luego ofrecerle un sitio donde ponerse c贸moda para que lo espere hasta que pueda hablar con el resto sobre el motivo de su presencia. Pasada una hora Ivo volvi贸 al lugar donde se encontraba Noelia e invit谩ndola a pasar a la biblioteca, donde prepar贸 un poco de caf茅, y luego de servirlo comenz贸 manifest谩ndole que luego de haber hecho una asamblea, con el resto de sus compa帽eros resolvieron que si ella no ten铆a ning煤n problema en compartir con un grupo de las caracter铆sticas que le iba a se帽alar, pod铆a quedarse en el sitio con ellos, y desarrollar su tarea tranquilamente. Pas贸 entonces a contar que ellos eran una asociaci贸n que se mov铆a por la recuperaci贸n de espacios improductivos para darles una nueva funcionalidad. As铆 como ellos estaban en este castillo, que sab铆an abandonado, otros miembros del mismo grupo estaban recuperando f谩bricas cerradas, espacios p煤blicos descuidados, terrenos abandonados y otros tipos de edificaciones para luego ah铆 generar actividades tanto laborales, como culturales, o sociales que beneficien a la comunidad. Noelia escuchaba muy atentamente a este hombre misterioso que la empezaba a asombrar sobremanera, y mucho m谩s a煤n con lo que le estaba relatando, que en ese momento, era la idea que ten铆an acerca de que hacer con la construcci贸n, en la que estaban en ese momento. Ivo le pidi贸 luego su aprobaci贸n a quedarse, y si fuera un si, que le cuente un poco sobre su investigaci贸n. Noelia no vacil贸 en dar su afirmativa, sinti茅ndose ya casi una hu茅sped de lujo, para luego arrancar hablando de la distribuci贸n de la tierra en el modo de producci贸n feudal, y particularmente de las tierras en la comarca, donde se hallaba el castillo del duque de Bluesting. Le caus贸 un poco de verg眉enza hablar de que luego de descubrir la historia de Ignacio Cox y la duquesa Juliana, su labor se hab铆a desviado bastante. Luego de hablar bastante sobre el tema, Ivo acompa帽贸 a Noelia hasta la habitaci贸n que ella iba a ocupar y le indic贸 los horarios en que se serv铆a la comida. A su vez le manifest贸 mientras caminaban hasta la pieza, que 茅l tambi茅n era un cient铆fico en el 谩rea social y que con mucho gusto pod铆a contar con su colaboraci贸n. Sin darse cuenta, el ocupante del castillo, estaba necesitando ocupar tambi茅n el tiempo de Noelia, y ella sin darse demasiada cuenta fue acept谩ndolo as铆 requiriendo cada vez m谩s de 茅l.

Fue de esta forma como pasaron a compartir largos ratos hablando no solamente de sus proyectos, sino tambi茅n de sus vidas personales. Uno y otro cada vez se sent铆a m谩s atra铆do por el otro, y necesitado de compartir mucho m谩s tiempo, pero hab铆a entre ellos un extra帽o respeto, o tal vez inseguridad, o timidez, o tal vez considerar al otro como muy importante, cosa que les imped铆a profundizar mucho m谩s la relaci贸n. Pasado varios meses de largas charlas Ivo le manifest贸 todo lo placentero que le resultaba estar con ella, y Noelia a su vez no pudo disimular el agrado que le daban las palabras que escuchaba, cuando sinti贸 que 茅l la tomaba de la mano para luego besarla muy tiernamente, entreg谩ndose ella de forma muy cari帽osa.

Hac铆a ya tiempo que Ignacio Cox, Anabella o Juliana, hab铆an quedado casi en el olvido de ellos. De hecho, Noelia revisaba para entonces, casi exclusivamente los archivos hist贸ricos referidos a la tierra, habiendo quedado aquel desv铆o de su investigaci贸n inicial, en un impasse significativo. Por lo pronto, Ivo ya casi ni recordaba la primera noche en el castillo. Tal vez la demora en concretar esto, tuvo mucho que ver con el hecho de ir decantando de a poco, aquellas im谩genes de las que eran presas.

En el instante que se quitaron la ropa para hacer el amor, fue cuando irrumpieron junto al creciente apasionamiento, aquellos fantasmas que quiz谩s nunca los dejaron de habitar. De pronto, ella vio en Ivo a Ignacio, sinti茅ndose Juliana, y 茅l vio en Noelia a Anabella, haciendo ambos el amor de forma extremadamente pasional y quiz谩s pensando que el otro no se percataba, que en ese lecho hab铆a mucho m谩s que dos.

Ivo y Noelia cada vez se necesitaron mucho m谩s, y ya ninguno pudo vivir sin el otro, aunque nunca llegaron a revelarse sus fantas铆as, a pesar de hablar entre ellos, de casi todo. De todas formas es probable que cada uno, sin saberlo sepa de la fantas铆a del otro, ya que es en ese lugar de desconocimiento, donde desde el inicio, se sostuvo este apasionante idilio.


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